miércoles, 13 de octubre de 2010

Apuntes sobre su vida

Hace ya algunos años, un niño nació el 23 de Diciembre de 1910 en Montilla, provincia de Córdoba, donde su madre trabajaba de maestra. Le pusieron por nombre Enrique.
El niño creció muy rápido y mucho.
En casa era obediente y cariñoso; en la escuela, bueno y aplicado, aunque cuando era la hora de jugar no paraba. Sus amigos decían que con la pelota era un campeón.
Sin embargo, su cualidad más destacada era que siempre que tenía la ocasión ayudaba a los demás niños a escribir palabras difíciles, a a tarse los cordones de los zapatos, a a rreglar las bicicletas...
Enrique crecía y crecía disfrutando de su infancia, hasta que un día muy triste murió su padre, cuando tenía escasamente diez años. Él lloró todas las lágrimas y prometió acordarse de su padre todos los días.
La madre, Doña Esperanza, no se vino abajo, sino que trabajó todo el día para dar de comer y educar a sus tres hijos. Por la mañana, en la escuela, y por las tardes, dando clases de piano.La madre pensaba que la educación lo era todo, así que los domingos llevaba a sus hijos a conocer los pueblos de la provincia.
Enrique admiraba a su hermano José María que trabajaba de médico y quería ser lo que él. Así que empezó a estudiar medicina, pero como había que curar heridas y no le guastaba que la gente sufriera, llegaba a casa deprimido cuando volvía dela Universidad. Se lo pensó mucho, habló con su madre y le comunicó que quería ser maestro como ella.
En la escuela donde estudiaba para ser maestro aprendió infinidad de cosas y se lo pasó muy bien. Allí conoció a su futura mujer, Aurora, que también estudiaba para maestra. Los dos aprobaron los exámenes y, más tarde, se casaron, en el año 1935.
D. Enrique inició su carrera en Taleña, una pequeña aldea de Asturias. Allí se marchó solo y como no ganaba mucho, la aldea esaba aislada y era muy pequeña,cuando iba a nacer su primera hija se volvió a Sevilla.
Durante tres años, pasó algo muy feo en España, hubo una guerra muy mala, como todas las guerras. En esta guerra murieron muchas personas por las balas, el odio y la estupidez de los hombres que querían que todos pensaran lo mismo sin libertad, sin democracia, sin justicia...
A su hermano José María lo habían matado antes de la guerra. A D. Enrique lo metieron en la cárcel. Después todo se arregló y lo pusieron en libertad.
Pasaron los años tan rápido como los días y fueron naciendo sus hijos: Concha, Enrique, Manuel, Esperanza y Aurora, en total cinco.
Empezó a trabajar en Dos Hermanas en el año 1945. Como los maestros ganaban muy poco dinero, D. Enrique tuvo que ayudarse con otro trabajo. Cuando terminaba en la escuela iba, con una moto, a poner inyecciones a las personas enfermas de Dos Hermanas.
Todos los niños querían a D. Enrique y él a los niños. Todo lo que sabía se lo quería enseñar a ellos para que fueran unos hombres justos y responsables. Siempre que podía llevaba a sus alumnos a todos los lugares donde podían aprender algo. Además, a los que tenían que dejar la escuela para ir a trabajar les daba clase después del trabajo. Todo el tiempo era poco para sus alumnos.
Poco después de jubilarse se puso enfermo y se marchó al cielo con ganas de enseñar allí a los niños que quisieran ir a su escuela.
Los alumnos de D. Enrique sufrieron por su marcha y, para no olvidarlo nunca, pidieron al Ayuntamiento de Dos Hermanas que a nuestro colegio le pusieran su nombre: Maestro Enrique Díaz Ferreras.
Gracias, querido maestro.
Gabriel Dillana Ramos
NOTA.– Artículo publicado en el periódico escolar “El Monedito”, nº 23. Este número se dedicó a la celebración del XXV Aniversario del Colegio.


1 comentario:

  1. Tuve la inmensa suerte de ser alumno suyo en su último año en activo, y dejó una huella inolvidable.

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